23 de agosto de 2006

Nueva Zelanda

Auckland-Cape Reinga-Coromandel

Llegué a Auckland tras un largo viaje cruzando el Pacífico y con la penica de no haber parado en Isla de Pascua, pero con energía renovada y la ilusión de estar por primera vez en Oceanía... Como os conté a todos al principio, mi presupuesto para realizar este viaje es más bien bajo, así que teniendo que pasar por aquí obligatoriamente debido a las condiciones del billete opté por pasar tan sólo una semana en Nueva Zelanda y unos días en Sydney... Al llegar al aeropuerto me decidí por alquilar un coche (más barato que ni robao...), el cual aparte de llevarme de paseo iba a servirme de cama, hostal, guardaequipaje y compañero durante cuatro días.
Nueva Zelanda me recuerda a Irlanda, no se si por sus paisajes verdes y montañosos, por que todo el mundo habla inglés o por conducir un coche alquilado por la izquierda, hecho este que me recordaba a mis andanzas con mi amigo Jota por la hermosa Eire; El caso es que tienen aires muy similares...
La cultura 'maorí' esta presente en todo el país... Los primeros habitantes de estas tierras llegaron aquí en canoas desde la Polinesia Oriental entre el siglo X y el XIV y afortunadamente se conservan tanto el idioma, usado oficialmente en las escuelas y en radios estatales, como las costumbres ancestrales: gastronomía, música, danzas, rituales, etc,... A pesar de haber estado siempre en la escala social mas baja (como pasa en todos los países colonizados), hoy en día el mestizaje y la integración 'maorí' es total... Aunque también es cierto que muchas tradiciones se perdieron o se modificaron con la llegada del hombre blanco.
A pesar de que todo el mundo dice que la Isla Sur es más bonita, yo no tuve más remedio que optar por la Norte, ya que a parte de no tener mucho tiempo, el hecho de tener que dormir en el carro condiciona térmicamente el rumbo (recordad que aquí es invierno)... Y, no quiero ni imaginarme lo bonita tiene que ser la Sur puesto que esta que yo vi destaca por su hermosura... Agarré carretera y subí hasta Cape Reinga, el punto mas al norte del país, quedándome ojiplático y babeando el asiento de mi Toyota ante los maravillosos paisajes que iba dejando atrás... Los últimos 100 km. que forman la "90 miles beach" a penas están asfaltados, y conforme avanzaba me daba cuenta de que iba a ser el único, pero agradecido, espectador de la preciosa puesta de sol a excepción del Faro (foto) quien lo disfruta todos los días... La ventaja de morirte de frío y torcerte las cervicales intentando dormir en un carro, es que al menos puedes elegir el lugar donde hacerlo y francamente esto de tener una casa con vistas es una maravilla por estos parajes... Desde aquí bajé por la Costa Este pasando por Kaitaia y Paihia y paré a dormir cerca de Whangarei después de haber desfilado por toda la costa de impresionantes vistas a sus islas (Bay of Islands)... El tercer día fui mas al sur y dejando Auckland nuevamente atrás me dirigí a la Península Coromandel, posiblemente el sitio más bonito que he visitado en este país... Las carreteras serpenteantes merecen la pena ser recorridas, ya que a cada curva se presenta una nueva hermosa vista... Las colinas volcánicas conservan su selva tropical original, destacando los gigantescos 'Kauris' unos árboles centenarios que llegan a los 50m de altura (foto)... En el recorrido por la costa destacan las playas de arena fina, especialmente la 'Hot Spring Beach' lugar que a cada marea baja se hace uno un agujero en la arena y se instala en su jacuzzi particular... Coven Cathedral es otra maravilla que la Madre Tierra nos otorga, tras un paseo de una hora se llega a esta linda cala donde se abre la puerta de roca natural de esta llamada 'Catedral' (foto), lindo, lindo, lindo,... Después de haber comido mil kiwis, sandwich de queso y tomate a diario, 4 días sin ducha, morirme de frío durante las noches y haber recorrido unos 1.700 km vuelvo por fin a Auckland, ciudad que sin ser la capital (Wellington) es la más grande e importante del país... Tras una buena ducha y una colada decido recorrer sus simpáticas calles que me impregnan su moderado cosmopolitanismo... En estos tres días me da tiempo de inspeccionar la ciudad, disfrutar de dormir en una cama y comer caliente, preparándome para mi siguiente destino: Sydney.

4 de agosto de 2006

Chile

Santiago-Valparaiso

Otra vez, para variar, llego a un hermoso país en el que soy acogido como si fuera de la familia y cuanto más me gusta menos tiempo para estar dispongo, como dije en el artículo de Argentina así tengo un pretexto más para volver... ¿Qué fue antes el país o el picante? Pues bien, creo fue el nombre de la guindilla el que debido a su parecido con el país se puso después, ya que los indios Aimarás, antiguos pobladores de estas tierras, le pusieron de nombre Chile o 'donde se termina la tierra'.
Ya desde el avión fue impresionante atravesar la Cordillera de los Andes y casi rozando los picos nevados descendimos en picado para aterrizar en Santiago, imaginad la buena situación geográfica de la ciudad que está protegida por las grandes montañas brindándole un hermoso e irregular horizonte... pero no hay bien que por mal no venga ya que esto origina grandes neblinas que cubren frecuentemente la ciudad...
Pasé estos dias con mis guías particulares Glo y Eve, que a parte de su hospitalidad compartieron conmigo su inagotable buen humor... En Santiago visité el centro, Santa Lucía, la Catedral, los artistas de calle, subimos en teleférico a San Cristobal, fuimos hasta Melipilla en plena sierra, etc,...
Durante toda la semana pude también disfrutar de unos preciosos amaneceres, mejor dicho despertares, en los que varios colibrís o picaflor (foto), llegaban hasta bien cerca para darme los buenos días... lindo, lindo...
A mitad de semana visitamos Valparaiso, hermosa ciudad portuaria y declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco; La ciudad se presenta como una real alternativa, con hermosos paisajes naturales y urbanos, lugares típicos y únicos rincones misteriosos... Destacan los innumerables ascensores que a pesar de su longevidad hacen menos duras sus empinadas cuestas, es como si acercaran sus cumbres al mar... Sus habitantes construyeron la ciudad espontáneamente, subiendo por las faldas de los cerros, convirtiéndolos en racimos de casas multicolores que desafían la gravedad y el vértigo. Aquí visitamos la casa de Pablo Neruda, una preciosa chabola decorada con esquisito gusto y con hermosas vistas, que, incluso hoy convertida en muséo inspira dulces palabras a sus visitantes... También nos dimos el gusto de comer marisco, lo mas típico es la 'paila marina', una sopa de pescado llena de mejillones, almejas, etc,... Por la noche fuimos a comer otro plato típico en el lugar mas mítico aun: Chorrillanas en el J.Cruz, la chorrillana es un plato 'colesterólico' perfecto para la juerga... patatas fritas, huevo, carne,... así que despues hicimos un poquito de fiesta, dicen que en Valparaiso la noche nunca acaba... afortunadamente estabamos bastante cansados como para continuar hasta tarde...
Me resulto muy divertido el lenguaje chileno y sus tradiciones, aquí por ejemplo no toman la merienda, hacen el 'once', del cual logré descifrar el origen de la expresion y es que antiguamente decir tomar un once era una clave para tomar aguardiente... y si no, cuenten las letras... cachai? El 'once' es una merendola, con té, café, tostadas, queso y sobretodo palta (aguacate), riquísima...
De vuelta en Santiago pasé mis ultimos días en América con mi amigo Juan Pablo y su bonita familia, nos hicimos una rápida incursión en el Cajón del Maipó, un valle situado en las mismas faldas de los Andes... Una pena no disponer de más tiempo en Chile, ya que me quedé con muchas cosas pendientes, pero todo no se puede...
En este tiempo que llevo de viaje, y ya pasado el ecuador, sólo tengo buenas palabras para describir todo lo que he visto, sentido, compartido y disfrutado de estas hermosas tierras y sus más aun hermosas almas, y aunque mi cabeza ya esté pensando en nuevos horizontes y saltar más charcos, mi corazón se ha impregnado, ha absorbido con regocijo y se ha estremecido al haber vivido, conectado y profundizado con la Gran Latinoamérica.