30 de septiembre de 2006

Laos

Louang Phabang-Louang Namtha-Vientiane-Si Phan Don

Tan sólo cruzar el Mekong y ya estábamos en Laos, aquí en Houay Xai hicimos los trámites del visado y comenzamos la navegación por el río que se prolongaría por dos días... Era esta una de mis experiencias anheladas y vi así pues cumplirse mi sueño... El primer día el barco estaba lotado, aun así sirvió para socializar un poco con los demas viajeros y también con los lugareños, que a pesar de su escaso inglés daban muestras de su simpatía y su desinteresada curiosidad. Pasamos la noche en un pueblo llamado Pakbeng a mitad de recorrido y proseguimos la ruta por la mañana, esta vez sin tener que compartir el incómodo pasillo y deleitándonos con las maravillosas panorámicas a ambos lados del barco; Una bonita experiencia navegar el Mekong especialmente en época de lluvias ya que bajábamos con su caudal al máximo... Llegamos por fin a Louang Phabang, sin lugar a dudas la ciudad más bonita del país, justo en estos días coincidimos con la fiesta nacional de la liberación, así que pudimos asistir a la carrera de traineras laosianas (un total de 51 remeros!) que duró hasta bien entrada la tarde y el ambiente festivo se respiraba en toda la ciudad... Tras unos días disfrutando de la hermosa y tranquila Louang Phabang proseguimos el viaje hasta el norte del país muy cerca de la frontera con China (tan sólo a 8 km); Aquí en Muang Sing pasamos una noche, ya que a pesar de ser conocido por sus trekkings la ciudad parecía fantasma, estaba todo cerrado y decidimos bajar a Louang Namtha, lugar desde donde emprenderíamos la dura excursión de tres días por estos remotos parajes. Empezamos en Ban Kokmee un pueblo donde conviven cuatro diferentes etnias: Khmu, Lanten, Sida y Phu Noi. Desde aquí comenzamos a subir y las primeras lluvias nos dieron la bienvenida anunciándonos irónicamente lo que nos esperaba... Los paisajes son hermosos a pesar de que todavía se puede ver como los nativos ganaron sus tierras fértiles en las colinas: quemando árboles... Así que en estos ámbitos, en estas latitudes, la vista es de un verde intenso por los campos de arroz contrastado con el negro de los muñones chamuscados... el delicioso olor del arroz despertó nuestros jugos gástricos así que paramos a comer en un pequeño chabisque tras unas horas de caminata, aquí nuestros guías extendieron unas hojas de bananera a modo de mantel y desgustamos las delicias de la comida local... unas salsas hechas con berenjena, carne, patata, etc,... el arroz es llamado de "sticky rice" y es un tipo de arroz que necesita menos agua de lo normal y luego se queda como un bloque, de ahí arrancas un pedazo, lo amasas y lo comes a modo de albondiguilla untando las salsas... Después de dos horas y media más de ascenso llegamos por fin a Ban Sam Yord, un pueblo de mayoría étnica Sida, y donde la gente poco acostumbrada a ver occidentales nos miraban con extrañeza... Por la tarde eligieron un cerdo y ahí mismo en la puerta del refugio y sin escrúpulos le rajaron el cuello para con él cocinar la cena, el desayuno y la comida del día siguiente.... Por la mañana después de ponernos las ropas todavia mojadas, emprendimos la marcha de la que sería la peor jornada del viaje... y no es que fuera mala por su dureza, que la tenía, ni por las fuertes borrascas, ni por el empalagoso barro que exigía un gran esfuerzo a cada paso... el peor enemigo, el animal más asqueroso del planeta apareció en nuestro camino... la sanguijuela. Miles de estos detestables bichos esperaban al acecho, sedientos de sangre, la oportunidad de trepar por nuestras botas, colarse por los calcetines y chuparnos la sangre como, como... vulgares sanguijuelas! que asco! Creo que llegué a quitarme unas veinte en total, la peor una que había cruzado el umbral de mi calzoncillo... afortunadamente me di cuenta antes de que empezara a chuparme un huevo... brrrr! que situación tan desagradable! A pesar de todo esto sobrevivimos y tras 8 horas de caminata y sin haber disfrutado mucho de las vistas, llegamos a Ban Nam Talan, una hermosa villa a orillas de un río que baña los campos de arroz, donde viven dos etnias: los Lanten, pueblo que llegó a Laos desde China y los Khmu, estos llegados aquí huyendo desde Camboya... Un poco más tranquilos ya al no ver sanguijuelas, nos dimos un baño en el río y nos relajamos un poquico... Esta vez la víctima de la tarde fue un pato, que tras desplumarlo fue directo a la perola... mmmhh! delicioso! Por la noche aparecieron en el refugio jóvenes locales y nos ofrecieron un licor llamado beer-khmu, una especie de moscatel fermentado que se bebía con una pajita desde la tinaja, acabamos cantando todos, cada uno sus canciones tradicionales... El tercer día fue mucho mejor, al menos no había miles de sanguijuelas, eso si, mis desgastados zapatos me hicieron caer (pero caer, caer eh! con los pies por encima de la cabeza...) unas cuantas veces, así que decidí caminar descalzo por el espeso barro... pasamos por más poblados, vimos a las mujeres Lanten tiñendo sus ropas y el algodón con índigo, color que les representa, cruzamos varios ríos, bosques de bambú, más campos de arroz, etc,... hasta que ya bien entrada la tarde y tras nueve horas de paliza llegamos a una carretera donde nos esperaba un carro... por fin, salvados... A pesar de la dureza de esta aventura, no tengo dudas en decir que valió la pena, ya que sólo el hecho de acceder a estos remotos poblados y disfrutar de la pureza de sus gentes es algo que no tiene precio y no se puede hacer todos los días...
Tras unos días en Louang Namtha descansando y paseando por los alrededores regresamos a Louang Phabang donde volveríamos a disfrutar de su pacífico ambiente, visitamos un par de templos abandonados cruzando el Mekong y fuimos también a unas cascadas a una hora de la ciudad. Nuestro siguiente destino: Vientiane. Posiblemente sea la capital del mundo más pequeña... la verdad es que es un poco cutre para ser una capital, aun así disfrutamos comiendo una especie de Fondue a orillas del río, pasamos por el mercado de amuletos, visitamos el museo nacional, posiblemente el más chabacano que vi en mi vida... Desde Vientiane viajamos a Pakse donde pararíamos un par de días antes de llegar a Si Phan Don (4000 islas), un paraiso al sur del país... Visitamos Champasak las únicas ruinas Angkorianas fuera de Camboya, también Don Khong, y por último Don Det, un paraiso a orillas del Mekong donde pasamos nuestros últimos días en Laos disfrutando de las islas, alquilamos unas bicis y cruzamos a Don Khon, desde donde se ven los impresionantes saltos de agua que el poderoso Mekong efectúa antes de llegar a tierras Camboyanas... Laos es hermoso, es un país muy pobre económicamente, pero que tiene mucho que dar, desde su rica naturaleza hasta su gente, que a parte de ser amable sobretodo es feliz...

17 de septiembre de 2006

Thailandia

Bangkok-Ayutthaya-Chiang Mai

Por fin se hizo realidad mi sueño y aterrizo bien entrada la noche en Bangkok, posiblemente la ciudad más importante de todo el Sureste Asiático. Aquí en Asia, uno tiene que abrir sus sentidos al máximo, creo que es la mejor actitud para poder mamar con intensidad el crisol audiopolicromaticodoriferotáctil que su mera existencia te ofrece... Los intensos neon de colores se mezclan con el barullo urbano, el olor de los puestos de deliciosa comida no es lo suficientemente fuerte como para tapar los hedores de otros alimentos en putrefacción debido al calor húmedo y asfixiante, la música suena confusa por su desubicación tanto en el lugar como en el tiempo... prostitutas y travestis (aquí llamados lady-boys) alternan de arriba a abajo las calles justificando así la etiqueta de paraiso sexual del lugar, los puestos de ropa y souvenirs se repiten uno tras otro llegando a hacerte perder el sentido de la orientación, las vendedoras ambulantes tratan con insistencia de que compres inverosímiles instrumentos y aún a sabiendas de su escasa probabilidad de venta nunca retiran una ancha sonrisa de su cara... Otra de las cosas que también me chocó fue la cantidad de turistas que van y vienen por las calles céntricas como Kao Shan, la verdad es que me había olvidado que era pleno agosto y que estaba en uno de los destinos preferidos de la población occidental... En cualquier caso, mi primera impresión fue excelente, no puedo decir que es como me lo esperaba, pero si muy parecido... Pasé unos dias recorriendo la ciudad y ubicándome hasta que me reuní con mi amigo Salim con quien compartiré aventuras estas semanas... Después de haber visto las principales atracciones y templos de Bangkok, visitar el barrio chino y haber saboreado también las delicias de la gastronimía local (incluidos unos saltamontes fritos con soja y un escorpión!), emprendimos nuestra aventura hacia el norte del país, primer destino: Ayutthaya. Aquí pudimos ver la importacia de este lugar en el pasado, su antigua condición de capital del imperio siamés hizo que se contruyeran aquí grandes palacios, templos, etc,... Tras recorrer los más interesantes y teniendo que esperar unas cuantas horas al tren cruzamos el río para ver un poco la ciudad y aprovechamos el tiempo de la mejor manera posible: contándonos historias y agarrándonos una tremenda castaña... buf! hacia tiempo...
Por la noche cojimos el tren hacia Chiang Mai, posiblemente unos de los mejores viajes de larga distancia que he hecho durante todo el año... dormímos la mona en el coche-cama y al despertar fue todo un placer descubrir los frondosos paisajes y la terapia curativa antiresaca de avanzar con todas las ventanas del tren abiertas... delicioso! Chiang Mai es la segunda ciudad de Thailandia, está situada al norte muy cerca de Birmania y de Laos, y es principalmente conocida por su oferta de trekkings por la selva... Nosotros nos aventuramos en uno de tres días junto con Saioa y Aitor, amigos de Salim con los que coincidimos también en Bangkok... El primer día fue bastante desilusionante, ya que lo empezamos dando un paseo en elefante y no sentimos sino lástima por estos maravillosos animales, que en este caso, estaban completamente explotados, esclavos y adictos por un puñado de bananas... Al cruzar un río vivimos unos momentos de tensión, ya que estaba bastante crecido y el pequeño "Dumbo" (no sé si se dice cachorrante o eleforro...) que nos acompañaba empezó a jugar, lo que en un principio era un juego se convirtió en angustia (foto) y la mamá (o sea nuestro elefante) se lanzó al agua salvándole la vida con la trompa... muy bonito, muy bonito, pero casi nos mata a nosotros...glubs! Desde aquí comenzamos la caminata por angostos caminos de montañas y selva, durante estos días disfrutamos de hermosas cascadas, visitamos poblaciones indígenas y dormimos en cabañas en medio de tan lindos parajes... A pesar de no haber empezado con buen pie, la experiencia fue muy bonita... De regreso en Chiang Mai nos apuntamos a un curso de masaje thai, pero resultó un poco decepcionante ya que la profesora no hablaba inglés y toda la comunicación fue por gestos... en fin... A pesar de todo pasamos unos buenos días en la ciudad, alquilanos una moto y pudimos visitar, entre otros, Doi Suthep un hermoso y enorme Templo Budista situado en lo alto de una montaña, el mercado de la noche con su tremenda actividad mercantil,... Lo peor de todo, posiblemente uno de los peores episodios de mi viaje fue el robo de mi bolso mientras íbamos en la moto; Intentamos perseguirlos durante emocionantes y arriesgados minutos, pero de nada sirvió, ya que conocían bien la ciudad y se metieron por calles estrechas... finalmente se dieron a la fuga... a parte de la perdida del bolso, mi cámara, carné de conducir, tarjeta visa, unos trucos de magia y algo de dinero, tengo el consuelo de que pudo haber sido peor, ya que además de habernos podido romper la crisma, no llevaba encima el pasaporte y justo había descargado 200 fotos unas horas antes... así que a pesar de todo estoy feliz... Unos días después tras hacer todos los papeleos pertinentes emprendí la marcha hacia Chiang Kong ciudad norteña fronteriza con Laos tan sólo separada por el Gran Mekong

6 de septiembre de 2006

Australia

Sydney

Desde el avión ya se presumían las aguas turquesa de las costas y la exuberancia urbana de Sydney, haciéndome sentir un poquito frustrado otra vez por llegar hasta aquí y disponer tan solo de tres días... Australia es un país enorme, el sexto mayor del mundo, que no limita con ningún otro; Es también el país más seco, así que la mayoría de la población habita en sus costas, especialmente en la costa este donde están sus principales ciudades: Sydney, Brisbane, Gold Coast, Melbourne, etc.,... La verdad es que por mis propias vivencias poco puedo contaros sobre el país, así que os explicaré brevemente la triste historia y realidad actual de los primeros ocupantes de estas tierras... A diferencia que en Nueva Zelanda (que fue mucho menos violento) aquí si que hubo un terrible exterminio contra la población aborigen, cuando llegaron los colonizadores ingleses los fueron echando de los lugares fértiles hacia el desierto, fueron tratados como animales e inscritos en el registro de fauna y flora nacional; El racismo de los soldados ingleses durante el siglo XIX llegaba al extremo de cazarlos como si fueran canguros y mostrarlos a modo de trofeos, incluso aniquilaban poblados enteros envenenándolos con arsénico... Hubo grandes intentos de catolización, especialmente la Iglesia Anglicana quien llego incluso a crear programas de control de natalidad aborigen con la amputación de órganos genitales, etc,... Los aborígenes Australianos son una civilización muy especial, muy diferente a otras, no conocían el metal así que trabajaban la madera la piedra y los huesos... Son principalmente espiritualistas y sus creencias en los difuntos y en el respeto a la naturaleza marcan su arraigo con la Madre Tierra... A pesar de que las cosas cambiaron hace unos treinta años con la creación de instituciones en defensa de su cultura y dando subvenciones, hoy en día solamente hay unos 200.000 aborígenes, un 1% de la población, algunos de ellos integrados en la sociedad laboral, arte, etc,... pero la gran mayoría apartados de los núcleos urbanos y tristemente con un grado de alcoholismo elevado... Mi breve estancia en Sydney se limito a hacer el paseo turístico de rigor por el Palacio de la Opera, el Harbour Bridge y el hermoso Jardín Botánico... La ciudad, según dicen los lugareños poco representa al país, a mí se me presentó remoderna y muy cosmopolita… Desde mi hostal pude disfrutar de los mágicos juegos de luz entre el ocaso y los neones… Me di un paseo también por el concurrido y barullento China Town, la población asiática en el país es de un 7% (!!!) donde uno se siente como en el mismísimo Bangkok, mi siguiente destino.