19 de marzo de 2006

Guatemala

Flores-Tikal

Dejo atrás México y entro en tierra de Chapines a pesar de las agujetas de la anterior caminata y de la pena de abandonar tan lindo país... Lo hago cruzando el río Usumacinta desde la Frontera Corozal hacia La Técnica, la manera más económica de hacerlo, ya que si sigues la ruta común (vía Bethel) sale como 5 veces más caro... Desde La Técnica agarro por fin mi primer verdadero chicken-bus (aquí vale todo: no hay límite de carga, y donde entran dos entran tres...), que va parando cada 2km. , en total unas cinco horitas de polvareda, subebaja y empujadisculpaprietayrestriega para llegar a Santa Elena ciudad que está a un extremo del puente que te lleva a Isla Flores. El lugar es precioso, completamente rodeado por el lago Petén Itzá de aguas limpias en las que con el calor apretando y tras el largo viaje, el cuerpo te pide un baño...
Desde el mismo hostal (El Mirador del Lago) sale el microbús que me lleva hasta Tikal, lugar que me va a resultar difícil de describiros, no por su construcción, su ubicación o su historia sino porque experimenté uno de mis mejores viajes hasta el momento... Llegué a eso de las cinco de la tarde y me dirigí a la pirámide del Mundo Perdido desde la cual los Mayas veían la maravillosa puesta de sol rodeada por la selva del Petén, pues la verdad no me extraña que subieran a verla por que vale la pena; Después de cenar una sopita instantánea (está todo carísimo!) me doy un paseo alrededor del hotel para ver lo hermosa y plena que se nos presentó la luna este mes de de Marzo; La verdad es que no sé cómo comenzó todo pero empecé a sentir una inquietud dentro de mí que me dijo. ¿y por qué no? ¿por qué está prohibido? ¿porque está lleno de animales salvajes? ¿porque tienes que dormir con un extraño alemán en una mini-tienda?!... el caso es que agarré mis cosas y justo a media noche me adentré en las ruinas... para ser sincero estaba cagado de miedo, de alguna manera es un poco irresponsable, las bestias, la selva, la soledad,... pero había algo dentro de mí que me quitaba el miedo, como un imán que me atraía hacia, posiblemente, uno de los mejores sitios desde donde se puede contemplar la maravillosa luna en todo su esplendor... que, a su vez era quien me protegía y al mismo tiempo iba haciendo avanzar mis débiles pasos por su sereno sendero de luz... Para mi propio ánimo también mi cabeza me decía: "¿Qué mejor manera de morir que despedazado por un Jaguar una noche de luna llena en Tikal?" y seguía caminando... ya era tarde para echarse atrás, desde la entrada hasta la Gran Plaza Central hay como media hora de camino; La verdad es que en el lugar se percibe una energía muy especial, puedes sentir la grandeza de la Civilización Maya y si lo haces con los cinco sentidos la sensación se puede convertir en clímax... Estuve en la Gran Plaza hasta bien entrada la madrugada, rodeado del TemploI (Gran Jaguar) el II (Templo de los Mascarones) y de la Acrópolis del Norte disfrutando de este lujo de poder estar "aquí y ahora", y poder llegar a volar tan alto que ni los propios zopilotes... Por encima mía planeaban las nocturnas oropéndolas, las cuales imitaban el crujir de mis tripas a la perfección... alrededor se sentían los pizotes, las cotusas y sobre todo los monos araña intentando matarme de miedo como en Bonampak, gritando de una manera exagerada y sintiéndolos cada vez más cerca... a eso de las 04.00h volví a subir a la pirámide del Mundo Perdido sintiéndome un poco "perdido en el mundo" y al mismo tiempo todo Él... La luna comenzó a ocultarse con timidez detrás de las rápidas nubes que se cruzaban a escasos metros de mí, y ahí cuan alacrán marmotil, me quedé fritico por una hora más o menos hasta que la luz del alba me volvió a recordar donde estaba... lo primero que sentí fue cierto estado de intimidad vulnerada, ya que en la Pirámide IV (Templo de la Serpiente Bicéfala, donde también acostumbraban los Mayas a saludar a su querido Rey Sol), la gente había subido a ver el amanecer que nunca se vió...
Por la mañana, todo era lindo pero diferente, visité todas las ruinas con muchísimo gusto y con cierta complicidad de haber estado en feliz comunión con ellas a deshoras...

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